lunes, 5 de diciembre de 2011

FILOSOFÍA: ¿Es eterna la materia? (Parte I): El dogma de fe de los materialistas


“Nada es eterno, salvo la materia en eterno movimiento, en eterno cambio, y las leyes según las cuales se mueve y cambia”, decía Friedrich Engels en su Dialéctica de la Naturaleza (1873). He aquí el dogma de fe del ateísmo marxista: la eternidad de la materia. Escribía Carlos Staehlin en su libro “Ateísmo marxista”: El ateísmo marxista se basa en la eternidad de la materia. Afirma que la materia ha existido desde toda la eternidad, y de este modo no necesitan a Dios-Creador. Pero la eternidad de la materia es una afirmación, no una demostración. Físicamente es inverificable, y filosóficamente es inaceptable. Pero los marxistas, que se precian de no admitir en su doctrina teórica y práctica sino los hechos que la ciencia ha demostrado ser ciertos, esta afirmación de la eternidad de la materia la admiten sin demostración alguna. La imponen, sin más, como un postulado base de su ateísmo”.

En realidad el afirmar la inexistencia de Dios, tal como lo hace el ateísmo marxista, se parece más a un dogma de fe que a una convicción racional. Como decía Ángel González Álvarez, Catedrático en Metafísica y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas: “El ateo afirma que Dios no existe, pero no tiene pruebas para demostrarlo, porque no las hay. El ateísmo es una profesión de fe en la no existencia de Dios”. Por ejemplo, Nietzsche y Sartre, cuando hablan de la “muerte de Dios”, no tienen argumentos para probar la inexistencia de Dios, sólo la asumen dogmáticamente para poder construir su edificio filosófico ya que, de existir Dios, éste se vendría abajo. Tampoco para Marx el ateísmo era consecuencia de una demostración: era algo de lo que se debía partir. Y no sólo eso, rabiosos materialistas ateos como Marx o Lenin lo eran no por convicciones racionales, sino por motivos emocionales y psicológicos. Marx ya desde joven odiaba todo lo que fuera Dios o religión: “Yo quiero vengarme de aquel que reina por encima de nosotros (...) Yo lanzaré ,mi guante y me esforzaré por hundir a ese gigante pigmeo” había dicho en sus años de Universidad (pero, ¿es en realidad esta una postura coherente?, ¿por qué tanto odio a alguien que ni siquiera existe?). Por su lado, Lenin, cuando era niño, vivió la muerte de su hermano Alexander, ahorcado por atentar junto a un grupo de jóvenes nihilistas contra la vida del zar Alejandro III. Este hecho lo marcó profundamente y lo determinó a abandonar la religión. Así pues, se confirma en la experiencia de estos dos “ateos” aquello que ya había dicho Francis Bacon siglos atrás: “Sólo niega a Dios aquel a quien no conviene que exista”. 

lunes, 9 de mayo de 2011

ECONOMÍA: El dios del crecimiento

Como es por demás conocido muchas culturas antiguas realizaban sacrificios humanos a sus dioses. Desde luego ello nos parece muy “inhumano”. Sin embargo, hoy en día asistimos a un culto mucho más inhumano y temible: el culto al dios Crecimiento. Los antiguos dioses se contentaban con cabezas cortadas o corazones extirpados. El dios Crecimiento no se conforma con tan poco: exige a los hombres que le inmolen sus pensamientos, deseos, sentimientos, valores e instituciones.

A primera vista ello puede parecernos una exageración, pero si examinamos las cosas de modo más profundo nos daremos cuenta de que no es así. Los antiguos dioses pedían que se les sacrifique sólo la parte corporal del hombre; el dios Crecimiento, en cambio, exige que se le sacrifique aquello que constituye la parte esencial del hombre: su alma. ¿O acaso no es evidente que las formas actuales de producción y crecimiento están carcomiendo la esencia misma del hombre? ¿No está el hombre perdiendo su alma con tal de ganar el mundo? Aún así para muchas personas ello no es evidente. “¿Cuándo estuvimos mejor que ahora?, ¿no estamos acaso mejor vestidos, mejor alimentados y mejor alojados que nunca?”, dicen. Dejando de lado que ello sólo es cierto para las personas que viven en países ricos y no para la gran mayoría de la humanidad hay que decir que el principal problema de dicha afirmación es que se basa en una concepción demasiado materialista y trivial de la naturaleza humana viendo a los hombres como meros productores o consumidores de bienes materiales.

Efectivamente, la religión del Crecimiento económico valora al ser humano teniendo únicamente sus capacidades de producción, modelando su cultura y civilización de acuerdo con los imperativos de la estructura económica. Nadie lo ha expresado tan crudamente como Saint Simon en su “parábola de los zánganos” (1). De acuerdo con ésta si un día Francia perdiera a tres mil de sus hombres más destacados en las ciencias y la industria agrícola, manufacturera y comercial, quedaría convertida en un cuerpo sin alma y se vería inmediatamente superada por las otras naciones. Si, por el contrario, los conservara pero a la vez perdiera a treinta mil de sus hombres considerados como más importantes: funcionarios públicos, hombres de leyes, sacerdotes, etc. ello no constituiría ningún daño para la nación ya que aún así conservaría su puesto entre los países civilizados.

De este modo, la religión del Crecimiento esclaviza a los hombres a no ser más que la materia prima que ha de ser introducida en la máquina económica con el sólo objeto de acrecentar el Producto Nacional. De ahí que los políticos nos tengan hipnotizados con los slogans de crecimiento, eficiencia y productividad saliendo a decirnos en sus discursos de fin de año que hemos hecho las cosas bien, que hemos crecido, y luego, al año siguiente, que tenemos que trabajar más que nunca para crecer a una tasa más elevada sin es que queremos cumplir “nuestro papel en el mundo” y no ser dejados atrás por los demás países pues el desarrollo es una camino de “sangre, sudor y lágrimas” (Winston Churchill) y debemos seguirlo si es que algún día queremos llegar a la Tierra Prometida del Bienestar. No obstante hay que ser conscientes de que “este es un círculo de razonamiento que parece abrir pocas alternativas de elección. Parece que estuviéramos presos de un engranaje, debiendo esforzarnos cada vez más si queremos “no quedar rezagados en la carrera”, o incluso simplemente subsistir. Sin embargo, a decir verdad, no existe ninguna justificación económica para tales creencias. En todo caso, deberíamos avergonzarnos de que nuestros patriotas nos hayan hipnotizado durante tantos años con su inexorable mentalidad” (2).

A pesar de ello seguimos considerando al crecimiento económico como único patrón y medida de la calidad y progreso de nuestra civilización. “La tasa de aumento de la renta y el producto (...) sigue siendo la medida exclusiva del logro social. Ésta es la moralidad moderna. Se supone que San Pedro en el cielo no pregunta a los aspirantes más que lo que han hecho para aumentar el Producto Nacional Bruto” (3). Por ello la panacea ha de ser defendida con todo fervor y devoción pues ¿qué otra alternativa posible podría concebírsele?

Como se ve la forma de desarrollo que venimos alimentando se muestra como eminentemente inhumana e irracional que considera al hombre como un simple instrumento, un medio, nunca un fin. Nos hemos vuelto adictos a la producción a tal punto que ésta se constituye como la preocupación principal incluso de sociedades más ricas del mundo donde muere más gente por exceso de alimentación que por la falta de ella. Evidentemente hay muchas sociedades pobres que tienen demasiado poco, pero ¿dónde está la sociedad rica que dice: “¡Ya basta!, tenemos suficiente”? Ello ha de llevarnos a cuestionar seriamente el modelo de desarrollo que estamos siguiendo pues el buscar compulsivamente el desarrollo sin preocuparse de qué tipo de desarrollo se está buscando es tan absurdo y peligroso como ir en auto a toda velocidad pero si ver hacia dónde.

Referencias:
1. Henri de Saint Simon, El sistema industrial, Revista de Trabajo, Madrid, 1975, p.296.
2. E.J. Mishan, Los costes del desarrollo económico, Ed. Orbis, Barcelona, 1983, p.36.
3. Jhon Kenneth Galbraith, El nuevo estado industrial, Ed. Sarpe, Madrid, 1984, p.568.

viernes, 4 de febrero de 2011

RELIGIÓN: Comentario a Crítica a la religión Católica Romana de Andrés Mayaute


El día 1 de febrero del presente año (2011) tuve la oportunidad de recibir el artículo Crítica a la Religión Católica Romana del señor Andrés Mayaute. Dicha oportunidad surgió “casualmente” (aunque en el mundo cristiano diríamos “causalmente” porque todo este tipo de cosas que suceden entre personas en torno a la fe no son “casualidades” sino más bien sucesos “causales” que están previstos por Dios para, en virtud de su misericordia, acercar a la fe a aquellos que no creen o hacer que vuelvan a ella a aquellos que se han alejado) en una conversación que tuve que con él en la que le mencioné que era cristiano católico y que me encantaba leer libros en contra del Cristianismo y de la Iglesia Católica pues me dedicaba a la apologética. Él me comentó que hace algún tiempo había escrito un artículo de crítica a la religión católica romana y que le interesaría que lo leyera para que pudiera darle mis observaciones, opiniones y/o críticas. Y bueno, como siempre caí en la bendita tentación de querer defender la fe cristiana y católica en la que tanto creo y, por consiguiente, asumí el reto.

La metodología que he adoptado para responder al artículo del señor Mayaute es la siguiente: Citaré cada párrafo del artículo en su integridad (consta de un total del 17 párrafos) y a continuación haré mis comentarios. Sin más preámbulos (y como lo prometido es deuda) he aquí mis respuestas y comentarios al artículo del señor Andrés Mayaute:

CRÍTICA A LA RELIGIÓN CATÓLICA ROMANA

1) “Hoy quisiera escribir algo acerca de lo que pienso respecto de la Religión Católica, la religión más conocida por los occidentales y cuyo libro sagrado es La Biblia, el cual es uno de los textos más importantes que se han escrito en toda la historia, quizás el más importante en mi opinión. En estos párrafos me interesa analizar el lado bueno y también el oscuro de esta religión”.

Comentario: El señor Mayaute comienza su artículo caracterizando a la Religión Católica como “la religión más conocida por los occidentales”. En cierto modo es verdad: en términos cuantitativos casi la totalidad de la población occidental tiene conocimiento de la existencia de la Iglesia Católica Romana, además de algunos de sus dogmas, ritos y costumbres. Pero si analizamos la cuestión en términos cualitativos la cosa cambia radicalmente: casi la totalidad de los occidentales desconoce lo que es la Iglesia Católica. Y lamentablemente dicho desconocimiento se da sobretodo en gran parte de los que dicen llamarse “católicos” pues no practican ni conocen su fe. Creo que no es necesario demostrar y explicar por qué es que lo católicos tienen una deplorable cultura teológica en la actualidad: basta ver como cualquier testigo de Jehová o cristiano protestante (evangélico) le hace dudar de toda su fe a un católico citándole nada más que uno o dos pasajes de la Biblia. Pero eso no debe ser así y en realidad tampoco es así del todo: habemos católicos que conocemos bien nuestra fe y estamos dispuestos a “dar una respuesta acertada a todo aquel que nos pida cuentas de ella”, tal como nos recomienda el apóstol Pedro (cfr. 1 Pe 3:15).

Por lo demás estoy de acuerdo con el señor Mayaute en que la Biblia es el libro más importante que se ha escrito en la historia de la humanidad y en que es necesario examinar el lado oscuro de la religión, aunque con respecto a esto último hago dos resguardos: uno, que para analizar el “lado oscuro” de una religión primero es necesario conocerla bien y a profundidad y no en base a nuestros prejuicios o experiencias personales sesgadas; y otro, que los “puntos oscuros” de una religión no pertenecen a la religión en sí, sino a las desviaciones de los hombres con respecto a aquello que es la esencia de la religión (aunque esto lo explicaré con más detalle luego).

2) “La religión Católica, cuyo líder máximo es el Papa, ha aportado mucho apoyo espiritual a la gente necesitada de Dios; en base a esa fe se han hecho innumerables aportes a la humanidad, se han salvado tantas vidas, ha habido tanta solidaridad y la sigue habiendo, la unión de la familia y el soporte moral que ha representado para la sociedad son los logros más importantes de está religión”.

Comentario: Muy cierto. La humanidad en general y la civilización occidental en particular le deben mucho a la Iglesia Católica: la Buena Nueva del Evangelio; la abolición de la institución grecorromana de la esclavitud; la creación de los primeros hospitales para los pobres; el resguardo de la civilización y la cultura en tiempos de las invasiones bárbaras; la creación de las primeras universidades; grandes intelectuales y filósofos como Blaise Pascal, G.K. Chesterton y Jacques Maritain; los portentos teológicos de Santo Tomás de Aquino y San Agustín; la espiritualidad mística de Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y San Luis María de Monfort; la labor humanitaria de la Madre Teresa de Calcuta, San Juan Bosco y San Vicente de Paul; y otras muchísimas cosas más que ya no voy a mencionar porque sino de la euforia abandono este artículo y me pongo a escribir otro sobre las maravillosas contribuciones que el Catolicismo ha hecho a la civilización y a la cultura.

3) “La crítica que haré no puede dejar de tener en cuenta estos aspectos positivos, porque hay mucha gente buena en la Iglesia Católica y muchos aspectos en los que el Catolicismo merece ser reconocido”.

Comentario: Aquí el señor Mayaute demuestra una gran honestidad intelectual reconociendo que hay muchos aspectos positivos en la Religión Católica. Resalto la honestidad intelectual del señor Mayaute porque varias veces me he encontrado con críticos de la Iglesia Católica (ateos militantes, agnósticos, marxistas, protestantes fanáticos, cristianos sectarios, etc.) que hablan de la religión como si fuera “la raíz de todos los males” (Richard Dawkins), de la Iglesia Católica como si fuera “la culpable de toda la decadencia de la humanidad” (Friedrich Nietzsche) o “la Prostituta de Babilonia” (Martín Lutero), sin reconocerle nada de bueno ni positivo. Éstos se parecen a aquellos niños caprichosos que quieren demostrar que sus papás son malos: hablan de todas las órdenes que les dan, de cómo les gritan, de cómo les castigan, de todos los juguetes que no quieren comprarles, etc. sin preguntarse nunca por qué actúan de esa manera y sin mencionar todas las cosas buenas que hacen por ellos (alimentarlos, vestirlos, mimarlos, darles educación, sacarlos a pasear, etc, etc, etc).

4) “Sin embargo, eso no significa que nos tapemos los ojos y oídos y no recordemos las millones de muertes que en nombre de la religión católica se produjeron durante siglos de historia. Gente fanática que veía al diablo en todo y que, desde sus posiciones de Papas, obispos y sacerdotes, eran capaces no sólo de matar a mujeres y niños acusándolos de brujos sino que, para asegurarse de su destrucción, los torturaban de la forma más horrenda concebible en cámaras o con aparatos especialmente diseñados para destrozar a sus víctimas”.

Comentario: Claro que no hay que taparnos los ojos ni los oídos con respecto a las atrocidades que han cometido muchos hombres “religiosos” (incluidos Papas, obispos y sacerdotes) en nombre de la religión a lo largo de la historia. Como católicos honestos y comprometidos por el bien integral del hombre debemos reconocer estas atrocidades y pedir perdón por ellas. Ahí tenemos el grandilocuente ejemplo del papa Juan Pablo II que repetidas veces, y de manera oficial, pidió perdón por “los pecados de los hijos de la Iglesia”.

Pero aquí también quiero hacer una importante observación: que se hayan cometido pecados en nombre de la religión no implica necesariamente que estos sean culpa de la religión y que, por tanto, la religión sea mala. Por ejemplo, la Revolución Francesa en nombre de ideales tan elevados como “Libertad, Igualdad y Fraternidad” llevó a cabo cruentas masacres en las que guillotinó a miles de franceses durante el régimen del Terror por causa del estado democrático y republicano. A su vez la Unión Soviética llegó a asesinar alrededor de 14 millones de personas en nombre de “la Justicia y la Igualdad Social”. ¿Diremos por ello que la libertad, la igualdad, la fraternidad y la justicia son malas? De ningún modo, sino que reconoceremos que hombres egoístas, soberbios y ambiciosos como Robespierre, Lenin y Stalin terminaron actuando en la práctica en contra de aquellos mismos principios que proclamaban en teoría. Pues lo mismo hay que decir de las atrocidades que se han cometido en nombre de la Religión Católica. Como bien dice el erudito católico Jaime Balmes: “La matanza de San Bartolomé, y las demás atrocidades que se hayan cometido en nombre de la religión, en nada deben embarazar a los apologistas de la misma; porque la religión no puede hacerse responsable de todo lo que se hace en su nombre”. (Jaime Balmes, El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea, 1842, Tomo III, cap.XXXVI)

Por lo que respecta a lo de los asesinatos de niños y mujeres acusados de brujería, es obvio que el señor Mayaute se refiere a la Inquisición. Con respecto a esto quisiera señalar en primer lugar que es una total exageración y calumnia el decir que la Inquisición ha matado niños. Exigiría que lo demuestre con documentos históricos fiables o, en caso de que no pueda hacerlo, suprima dicha referencia. En segundo lugar, quisiera apuntar que hay hechos, personas e instituciones de los cuales no es posible formar un juicio objetivo sin poseer un conocimiento vivo de la época y circunstancias históricas en que se realizaron. Por ejemplo, si viéramos a un hombre pontificando con vehemencia contra las costumbres gregarias y el supuesto canibalismo de los cavernícolas de seguro pensaríamos que le falta perspectiva histórica y que, por tanto, su juicio no es objetivo. “Difícil es dar cuenta de la propia conducta a hombres de otro siglo del que uno ha vivido”, decía Catón. Por lo tanto, para analizar a la Inquisición hay que tener en cuenta el ambiente y ordenamiento jurídico-político en que se encontraba pues en éste la tortura y la pena de muerte estaban plenamente extendidos e institucionalizados. ¿Por qué menciono esto? Porque no eran los “Papas, obispos y sacerdotes” que el señor Mayaute menciona, los que “mataban y torturaban mujeres y niños” sino que su labor era únicamente el establecer las sentencias, siendo que eran los tribunales civiles los que se encargaban de establecer y administrar las penas. Por otra parte, no hay que pensar que la Inquisición mataba y torturaba a todos los que juzgaba. La mayoría de las veces establecían penas menores o lograba las retracciones de los acusados. Y aquí quisiera mencionar que Galileo, que era un católico piadoso, no murió quemado en la hoguera como creen muchos sino que en realidad murió en su casa (se le sentenció a prisión domiciliaria) recibiendo los últimos sacramentos de manos de un amigo suyo que era obispo. Que muestre el señor Mayaute los datos estadísticos sobre las penas de la Inquisición y recién ahí se podrá debatir algo. Pero puedo adelantarle un dato: acá en Perú, durante los tres siglos de periodo colonial, ¿cuál cree que fue la cantidad de personas sentenciadas a muerte? ¿Miles? ¿cientos? No, sólo 29. Y digo sólo 29 no porque me parezca poco en términos absolutos (la vida humana, tal como también proclama la Iglesia Católica, tiene un valor infinito), sino que es “poco” en términos relativos con respecto a lo que se cree de las “miles” y “miles” de matanzas que pretendidamente ha perpetuado la Inquisición.

5) “La Iglesia católica ha ocultado muchas verdades, eso parece obvio, eso no invalida claro, vuelvo a repetir, la inmensa cantidad de mensajes sanos que nos aporta la Biblia. Yo creo en Dios, en ese espíritu superior que nos inunda. Sin embargo mi desazón siempre ha tenido que ver con ciertas cosas que yo hubiera querido leer en la Biblia, preguntas que siempre me hice y de las cuales no pude encontrar respuestas claras. ¿Tuvieron más hijos Adán y Eva? ¿De dónde salió la esposa de Caín? ¿Qué hizo Jesús entre los 12 y 33 años? ¿Se casó con alguien? ¿Tuvo hijos?”

Comentario: Lamento la desazón que tendrá el señor Mayaute con esta respuesta mía pero la verdad es que la Biblia no ha sido escrita para satisfacer la curiosidad humana sino más bien para revelar el plan salvador de Dios. No es un “superlibro” en el que están las respuestas a todas las preguntas que podríamos hacernos porque ese no es su objeto. Ni siquiera es un “manual de Teología Sistemática”, como pretenden los hermanos protestantes, del que se pueden sacar citas para sustentar cualquier doctrina (inclusive esa técnica de solo basarse en la Biblia, conocida como sola scriptura, ¡no está basada en la Biblia!).

Pero de todas maneras no quisiera dejar al señor Mayaute con su desazón, así que responderé grosso modo a sus preguntas:

“¿Tuvieron más hijos Adán y Eva?” Sí, claro que sí. Y curiosamente eso sí está en la Biblia (sería recomendable que el señor Mayaute leyera más la Biblia, en especial el libro del Génesis, en lugar de presuponer, como la mayoría de nosotros hacemos en base a relatos o películas, que los dos únicos hijos de Adán y Eva fueron Caín y Abel, que creo que es a quienes tenía en mente cuando hacía esa pregunta). Dice el libro de Génesis: “Tenía Adán ciento treinta años de edad cuando tuvo un hijo a imagen y semejanza suya al que llamó Set. Después que le nació Set, Adán vivió ochocientos años y tuvo más hijos e hijas” (Gén 5:3-4). En cuanto a la referencia de la extraordinaria longevidad de Adán hay que decir que el periodo que el libro del Génesis considera para un año es menos del que consideramos nosostros (365 días). 

“¿De dónde salió la esposa de Caín?” No se dice con exactitud, pero no es descabellado creer que fuera alguna hermana o sobrina suya (en esos tiempos era normal el matrimonio consanguíneo dentro de las tribus).

“¿Qué hizo Jesús durante los 12 y 33 años?” Muchos se preguntan qué hizo Jesús entre los doce y los treinta años. Incluso farsantes se autorizan de este silencio del Evangelio para imaginar que Jesús fue a ver a los brujos de la India o que estuvo con extraterrestres… No cuesta nada fabular. Conviene recordar primero que el Evangelio no es una biografía de Jesús, o sea, una historia de Él desde su nacimiento hasta su muerte. El Evangelio pretende solamente comunicarnos los hechos más sobresalientes y las palabras con las cuales Jesús entregó al mundo su mensaje. De todas maneras la Biblia nos dice algunas cosas (aunque me parece que no saciarán del todo la curiosidad del señor Mayaute). En el Evangelio según San Lucas se nos dice que Jesús, luego de haberse perdido en el Templo como a los 12 años, “volvió con sus padres a Nazaret, obedeciéndoles en todo. (…) Mientras tanto crecía en gracia y sabiduría tanto para con Dios como para con los hombres” (Lc 2:51,52). Luego, leamos Mateo 13:54-56 si queremos comprobar que Jesús se crió en Nazaret y que trabajó de carpintero durante esos años. La gente que se extraña de su actuación no dice: “¡Seguramente viene de otro planeta!”, o: “¡Se lo habrán enseñando los sabios extranjeros!”, sino que: “¡Qué le pasa al carpintero después de tantos años que lo conocemos!”. Por lo que respecta a lo que hizo Jesús entre los 30 y 33 años, el señor Mayaute tiene suerte: podemos encontrarlo en los Evangelios.

“¿Se casó con alguien? ¿Tuvo hijos?” No. En ninguna parte de los Evangelios se menciona y el contexto nos da claramente a entender que no fue así. La misión de Jesús era salvar al mundo del pecado y no el formar una familia. Y si bien hay “evangelios” que mencionan ello, se trata de “evangelios apócrifos” (falsos) sin valor histórico (ninguno de los apóstoles a los que se atribuyen los escribieron porque por medio del radio carbono 14 se ha demostrado que datan de mediados del siglo II a más, época para la que ya estaban muertos todos los apóstoles).

6) “Tengo la impresión, como la tiene mucha gente, de que la Iglesia ha ocultado muchas verdades con la intención de no poner en riesgo el enorme poder que representa la fe católica. Ha habido un tremendo temor de que la gente deje de creer y es por eso que se han ocultado ciertas cosas o se las ha obviado para evitar interpretaciones particulares. Me desagrada ese trato que hacen muchos integrantes de la Iglesia Católica como si la gente fueran borregos a los que se les debe decir por dónde caminar, qué plato comer, qué cosa ver por TV, qué diario leer, qué diversiones tener y con quién acostarse y cuándo”.

Comentario: Falso. La Iglesia nunca ha ocultado verdades de fe por no poner en riesgo su poder o posición terrenal. ¿No predicó a Jesucristo, muerto y resucitado, a pesar de las persecuciones de los romanos y la oposición de los judíos? ¿No se opuso la Iglesia al régimen esclavista de Roma proclamando la igualdad de todos los hombres? ¿No se opuso la Iglesia a las costumbres y creencias de los pueblos bárbaros, cristianizando a éstos en lugar de aliarse a su poder? ¿No se opuso el Papado a las desmesuradas pretensiones de los reyes de las nacientes monarquías europeas razón por la cual se ganó varios problemas políticos? ¿No se opuso a la Revolución Francesa, siendo perseguidos y asesinados cientos de sacerdotes a causa de ello? ¿No se opuso al régimen comunista de la Unión Soviética por proclamar el valor inalienable del individuo y la persona humana? ¿No se opone hoy en día a los anticonceptivos, el aborto, la eutanasia, la prostitución legal y el sexo prematrimonial aún cuando pierde mucho fieles por sostener dichas posturas tan “radicales”? ¿No demuestra acaso todo esto que la Iglesia ha proclamado la Verdad en la que cree aún cuando ello implicara el riesgo de perder a muchos fieles y chocar con los grandes intereses políticos y económicos existentes?

Con respecto a aquello de que hay miembros de la Iglesia Católica que tratan a la gente como “borregos, a los que se les debe decir por dónde caminar, qué plato comer, qué cosa ver por TV, qué diario leer, qué diversiones tener y con quién acostarse y cuándo” hay que decir que el señor Mayaute tiene razón si es que se lo toma en modo literal (“me desagrada ese trato que muchos integrantes…”), pues eso no lo hace propiamente la Iglesia sino muchos de sus miembros (aunque aquí también tendría que apuntar que si se entiende “muchos” en términos cuantitativos, estoy de acuerdo; pero que si se entiende “muchos” en términos cualitativos, en el sentido de “la mayoría”, entonces no estoy de acuerdo porque, por un lado, hay muchos laicos y sacerdotes que respetan la autonomía y libertad de las personas, y, por otro, que hay muchos laicos y sacerdotes “relajados” a los que ni siquiera les importa la cuestión).

Pero en caso de que lo que el señor Mayaute haya querido dar a entender es que la Iglesia violenta nuestra libertad y autonomía al darnos mandamientos tengo que hacerle dos observaciones: Primero, que la Iglesia no tiene tanto poder como algunos creen sino, ¿cómo sería posible que en tantos países se esté legalizando el aborto?, ¿cómo sería posible que tantos adolescentes tengan relaciones sexuales antes del matrimonio?, ¿cómo sería posible que tantas parejas utilicen métodos anticonceptivos? ¿cómo sería posible que novelas como el Código Da Vinci sean éxitos de ventas? o, lo que es más, ¿cómo sería posible que el señor Mayaute tenga la “libertad” de pensamiento necesaria para escribir su artículo? Segundo, que muchas veces las restricciones a la “libertad” son necesarias para conservar esta misma o para preservar valores más altos. Por ejemplo, cuando se nos dice que debemos ponernos el cinturón de seguridad para ir en auto esto puede parecernos muy incómodo porque restringe nuestra libertad de movimiento pero no lo vemos como algo arbitrario e irracional sino que sabemos que es para preservar un valor más alto que nuestra libertad, como es nuestra vida. Pues así como el Estado y la familia establecen normas para proteger la vida material de sus miembros, la Iglesia tiene la potestad de dictar normas para proteger la vida espiritual de los suyos. Es gracias a eso que, como nos dice el mismo señor Mayaute en el segundo párrafo de su artículo, “se han hecho innumerables aportes a la humanidad, se han salvado tantas vidas, ha habido tanta solidaridad y la sigue habiendo, la unión de la familia y el soporte moral que ha representado para la sociedad son los logros más importantes de está religión”.

7) “La Religión Católica se aprovecha muchas veces de la fe de las personas para hacerles renunciar a su individualidad: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, mucha gente entiende eso como que si primero vemos por nuestro bienestar y el de nuestras familias estamos siendo poco solidarios con los demás, pero ¿acaso vamos a preferir darle un plato de comida a alguien de afuera cuando nuestro hijo tiene hambre? Para ayudar a los demás primero debes ayudarte a ti mismo”.

Comentario: Retomo lo de mi último comentario. Al señor Mayaute le causa admiración que gracias a la labor de la Iglesia “se han hecho innumerables aportes a la humanidad, se han salvado tantas vidas, ha habido tanta solidaridad y la sigue habiendo, la unión de la familia y el soporte moral que ha representado para la sociedad son los logros más importantes de está religión” y luego critica el principio de amor al prójimo por atentar contra la individualidad de la persona. Pero, ¿cómo sería posible lograr todas esas cosas de las que se admira el señor Mayaute sin creer en este principio? Quien quiere los frutos, quiere el árbol y las raíces. El señor Mayaute bien puede querer arrancar las raíces de la fe y la caridad y talar el árbol de la Iglesia, pero debe tener en cuenta que se quedará sin los frutos. No hay sociedad que no haya progresado auténtica y humanamente sin solidaridad y capacidad de abnegación por parte de sus miembros, y eso es justamente lo que promueve la Iglesia. Por otra parte, si mi hijo se va a morir de hambre y tengo que decidir si es que le voy a dar comida a él o a un pobre indigente, obviamente debo dársela a mi hijo y la Iglesia no sólo no me condena sino que me aprueba en ello. Pero si mi dinero lo gasto en cosas superfluas para mí o para mi hijo, ahí sí que sería culpable de no ayudar a los pobres porque pudiendo legítimamente hacerlo, no lo hago.

8) “Los sacerdotes voceros del Catolicismo, sueltan todo un discurso que ya no pretenden ser sólo una guía espiritual sino que hasta se atribuyen la autoridad de decirnos como debemos vivir. Nos condenan según sus criterios. Ellos se sienten con autoridad de decirnos que Dios nos castigará”.

Comentario: Aquí el señor Mayaute tendría que explicar bien qué entiende por “espiritual”, porque a mí se me hace un poco difícil entender cómo es que puedo ser una persona espiritual si es que no cambio mi modo de vivir. Lo espiritual no sólo es una parte de la vida privada del individuo a la que se le dedican unos 10 o 15 minutos al día, sino que más bien debe estar en todas y cada una de las dimensiones de vida y actos de la persona. Es justamente por esta falta de vivencia espiritual que la economía, la política, el derecho y la educación están tan mal en nuestro país y en el mundo.

En cuanto a eso de que los sacerdotes “se sienten con autoridad de decirnos que Dios nos castigará” respondo que Dios no castiga, simplemente respeta la libertad del hombre, y si es que éste la usa de un modo inadecuado, sufrirá las consecuencias. Lo único que hacen los sacerdotes (o, al menos de acuerdo a la teología católica, deberían hacer) es decirle a la gente que si persisten en su forma inadecuada de actuar y no se arrepienten pueden sufrir las consecuencias de ello. No se trata de una amenaza, sino de una advertencia. Puede ser que nos parezca autoritario pero ellos, como nuestros padres espirituales, deben advertirnos firmemente sobre dicho asunto. ¿O qué padre no le advertiría a su hijo pequeño que si mete sus dedos en el tomacorriente se puede electrocutar?

9) “Dios es siempre un Dios bueno, y ha creado al hombre y la mujer con una mente que tiene muy claro la diferencia entre el bien y el mal. Tenemos libre albedrío y esa libertad es algo que nadie nos puede quitar”.

Comentario: El señor Mayaute tiene razón en cuanto a esto, pero sólo en parte. Lo que sucede es que, tal como sostiene la teología católica, todos sufrimos las consecuencias del pecado original, de modo tal que nuestro entendimiento se encuentra entenebrecido para conocer el bien y nuestra voluntad para desearlo. En nuestra esencia nuestro entendimiento y voluntad han sido creados para Dios, es decir, para el bien, pero en nuestra existencia nos vemos afectados por la concupiscencia, es decir, aquella inclinación al mal que afecta a nuestra naturaleza esencialmente buena a partir del pecado original. Por tanto, si bien no somos totalmente incapaces para conocer y querer el bien, tampoco somos totalmente capaces para ello. Por tanto, necesitamos ayudas especiales para alcanzarlo. Estas ayudas son la revelación que está en la Biblia, los sacramentos que están en la Iglesia y la gracia que está en Dios.

10) “Estos errores de la Iglesia y faltas graves que han cometido sus miembros, como los conocidos abusos sexuales de algunos sacerdotes, han permitido que aparezcan grupos que se atribuyen ser dueños de la verdad y en su contraposición con la parte buena del cristianismo buscan justificar todas las conductas opuestas con los valores sanos. Estos mensajes están saturados de libertinaje, paganismo, de adoración a falsos ídolos y hasta combinan afirmaciones verdaderas con afirmaciones falsas o no confirmadas con el objeto de atribuirse ser los poseedores de las verdades universales”.

Comentario: Aquí el señor Mayaute demuestra una gran perspicacia y capacidad de análisis. Estoy totalmente de acuerdo con él. Los miembros de la Iglesia deberían preocuparse por dar una buena imagen al mundo porque de lo contrario están dando excusas para crear nuevas “religiones” o abandonar definitivamente la religión. Pero aquí de todas maneras quiero subrayar que los que se salen de la Iglesia diciendo que lo hacen porque ven mucha hipocresía y pecado hasta en los mismos sacerdotes no están presentando una razón sino que simplemente se están amparando en una excusa. Que algunos sacerdotes sean hipócritas o hagan cosas escandalosas no implica que la Iglesia Católica sea falsa, pues dicho asunto tiene que ver más con su Doctrina y fundamentos que con la conducta de sus miembros. El mismo Jesús decía al pueblo judío con respecto a sus sacerdotes hipócritas de su tiempo: “Los maestros de la Ley y los fariseos se hacen cargo de la doctrina de Moisés. Hagan y cumplan todo lo que les dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen” (Mt 23:2-3).

11) “Aunque ya hace un buen tiempo pasó desde que el libro El Código Da Vinci ejerció polémica yo podría decir al respecto de ese libro que me parece que no descubre nada. A simple vista los medios le atribuyen al libro la virtud de sacar a la luz muchos posibles secretos del Cristianismo, sobre la vida de Jesús y de María Magdalena, a la vez que también en cierta forma reivindica el papel de la mujer tan denostado por la Iglesia desde los tiempos más remotos. Pero a la vez ese libro es ambiguo, porque deja sueltas afirmaciones no comprobables, además porque hace una exagerada exaltación de los rituales a la imagen de la mujer como si con eso se compensara el daño hecho a la mujer por la Iglesia”.

Comentario: Coincido con el señor Mayaute en que este libro (El Código Da Vinci) “no descubre nada”. Su mismo autor, Dan Brown, ha terminado reconocimiento que se trata totalmente de una obra de ficción y no de una investigación histórica. Pero discrepo de aquella alusión no atenuada de que la Iglesia ha denostado y oprimido a la mujer a lo largo de la historia. Eso es simplemente falso. La Iglesia siempre ha reconocido la dignidad de la mujer y de su labor en la sociedad como puede comprobar cualquiera que lea la encíclica Mulieris Dignitatem del muy querido papa Juan Pablo II. Aún más, la Iglesia Católica fue la primera institución que luchó por el reconocimiento de la dignidad de la mujer en la familia y la sociedad pues en el Imperio Romano y demás culturas de la antigüedad (Grecia, Persia, Egipto, etc) se la trataba como una esclava o como un mero objeto de disfrute sexual para el hombre.

12) “Si el libro dice que Jesús no era un ser divino sino sólo un hombre sabio que tuvo descendencia con María Magdalena, está claro que no siendo Jesús divinidad, no existe en el mundo otra persona que lo haya sido. Por lo tanto, ¿a que se debe los rituales de adoración a la imagen de la mujer? Ella tampoco era divina, está claro. ¿Es un acto de reivindicación? ¿Realmente se trataba de un acto de fe?”

Comentario: Otra vez acertado y perspicaz el señor Mayaute en su apreciación. El hombre necesariamente tiene que adorar algo y si no adora a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, terminará adorando o creyendo en cualquier otra cosa, sea en los extraterrestres, en la materia, en los psicólogos, en los libros de autoayuda o… en los libros de Dan Brown. “Cuando el hombre deja de creer en Dios, no es que ya no crea nada sino que ahora lo cree todo”, sentenciaba el buen Chesterton en su Ortodoxia.

13) “Yo puedo pensar que efectivamente María Magdalena no era prostituta, eso me parece una posibilidad real, los argumentos me parecen razonables, pero de allí a ponerla a ella si como si fuera una divinidad, me parece que es una idea fabricada por mentes afiebradas por sus particulares tendencias personales siempre propensas a endiosar a personajes famosos como Leonardo Da Vinci, Botticelli, Newton”.

Comentario: De acuerdo con todo. Aunque es una opinión muy popular (aún entre los católicos) que María Magdalena fue prostituta y así lo creyeron varias autoridades de los primeros siglos de la Iglesia, la posición actual de la Iglesia Católica es que se ha dejado de considerar a María Magdalena como una prostituta arrepentida y esto viene desde muchos años antes de que Dan Brown publique El Código Da Vinci. Pero obviamente el que no sea una prostituta no implica que deba adorársele.

14) “Más bien habría que analizar cómo eran realmente esos personajes en sus vidas, porque que el hecho que la sociedad los considere genios no significa que hayan sido unos “angelitos” y mucho menos que sean los dueños de la verdad. ¿Qué Leonardo Da Vinci pintó un cuadro que revela muchas cosas? ¿A quién le consta que Da Vinci haya pintado fielmente una imagen de la realidad? Muchos parecen olvidar que eso es una pintura y no una fotografía”.

Comentario: Correcto. El haber hecho alguna contribución positiva a la sociedad o a la cultura no nos convierte ni en “santos” ni en “dueños de la verdad”. Así también, es una falacia ad consequentian el pretender que una idea es verdadera por el solo hecho de que trae consecuencias positivas. Entonces, quiero anotar aquí que si creo en la Iglesia no es porque haga cosas buenas o malas sino simple y llanamente porque estoy seguro de que la Iglesia Católica es la religión verdadera. Yo, tanto como el señor Mayaute y como muchos otros, he visto mucha hipocresía, pecado e injusticia en algunos miembros de mi Iglesia pero no por eso dejo de ser católico pues creo firmemente que es en la Iglesia donde está plenamente la Verdad, que es Jesucristo mismo (cfr. Jn 14:6). Si me cambiara de Iglesia con la excusa de que veo mucha hipocresía y pecado en Ella sería tan tonto como aquel alumno que dejara de creer que uno más uno es dos por el solo hecho de que ha visto a su profesor de matemáticas recibiendo coimas de sus alumnos.

15) “Yo diría: cuidado con lo que se lee, si tu combinas afirmaciones ciertas como es el caso del lado oscuro de la Iglesia, con otras que pueden resultar solo simples ambigüedades y que probablemente resulten falsas, lo único que se va a hacer es dejar de creer en todo. Y Dios sí existe, pero es algo que cada persona debe sentir y percibir”.

Comentario: Me parece muy curioso que el señor Mayaute diga tan categóricamente en este párrafo “cuidado con lo que se lee” cuando unas cuantas líneas atrás criticó a algunos miembros de la Iglesia por decirnos “qué diario leer”. Obviamente el señor Mayaute dice esto porque, como San Pablo, entiende que “si bien tenemos libertad para todo, no todo es conveniente” (1 Cor 6:12) y que si no tenemos cuidado con lo que leemos podemos caer en muchos errores, confusiones y ambigüedades. Por tanto, si él ve como lícito hacer esta advertencia, ¿por qué no lo considera así cuando se trata de la Iglesia Católica? Además, al mencionar que podemos confundirnos o llegar a ambigüedades y caer en el error, ¿dónde queda su afirmación de que nuestra mente “tiene muy claro la diferencia entre el bien y el mal”?

Por otra parte, cuando dice que Dios “es algo que cada persona debe sentir y percibir” creo que está en lo correcto siempre y cuando esto no implique que lo que se quiere es convertir a la religión en un mero “asunto privado” de cada individuo y negarle toda manifestación social. El hombre es un animal religioso y también es una animal social, por tanto su fe ha de tener una dimensión individual y social a la vez. La palabra religión viene del latín religare que significa “volver a unir”, lo cual nos quiere dar a entender que la religión es aquella que “religa” a los hombres para “religarlos” con Dios. De ahí se sigue que es absolutamente necesario el que la religión se institucionalice en un cuerpo social que reúna a los hombres para unirlos con Dios y esto es lo que hace la Iglesia Católica, Cuerpo Místico de Cristo.

16) “Si la Iglesia Católica no tuviera a lo largo de los siglos ese lado turbio de su historia y no hubiera intentado tapar las cochinadas que hacían ciertos sacerdotes en diversas partes del mundo, no se habrían incrementado la decepción y la fuga hacia otras alternativas dentro del mismo cristianismo como el protestantismo, los evangélicos, etc. y fuera de él como el budismo, islam, etc”.

Comentario: Muy cierto. Pero eso no implica que la Iglesia Católica sea falsa sino más bien que los católicos y la Iglesia tenemos que pedir perdón por todos nuestros errores y proponernos ser mejores para hacer que nuestra religión sea la luz del mundo (cfr. Mt 5:14-16). Así pues, cuando Lutero se rebela contra los abusos de la Iglesia y el tráfico de indulgencias en el siglo XVI diciendo que es necesaria una reforma de las costumbres, yo le aplaudo y estoy totalmente de acuerdo con él, pero cuando dice que la Iglesia Católica es “la puta de Babilonia”, que su Doctrina es falsa y que lo que hay que hacer es fundar otra “iglesia” aparte, estoy en total desacuerdo con él y le combato.

17) “Mucha gente piensa que la fuga a esas alternativas religiosas es la solución a sus expectativas de fe. Particularmente pienso que es mejor no tener ninguna religión, conozco los preceptos de todas y ninguna me convence. Yo era católico por herencia y ya no lo soy ni lo seré, pero tampoco seré de las otras, seguro que no”.

Comentario: Bueno, aquí quisiera decirle al señor Mayaute que ni él ni yo sabemos qué es lo que va a pasar el día de mañana. Eso sólo lo sabe Dios. Por tanto, creo que no puede afirmar de modo tan concluyente “yo era católico por herencia y ya no lo soy ni lo seré”. Yo también fui católico por herencia y hace más o menos unos 6 años me decidí a estudiar filosofía y teología con un solo objetivo: ¡demostrar que la Iglesia Católica era falsa! De verdad lo intenté, pero no pude hacerlo. A medida que más intentaba destruirla más me daba cuenta que había algo muy profundo y poderoso en Ella. Estudié diversas filosofías (ateísmo, agnosticismo, materialismo, racionalismo, etc), religiones (protestantismo, judaísmo, islam, hinduismo, budismo, etc), ideologías (marxismo, liberalismo, anarquismo, etc) y leí a todo tipo de autores anticristianos (Nietzsche, Marx, Feuerbach, Comte, Sartre, Russell, Dawkins, etc), pero no pude evitarlo: nunca encontré la verdad… ¡la Verdad me encontró a mí! Y ahora soy apologista católico y me dedico a defender la fe por medio de la razón. Examiné los preceptos de todas las religiones y hubo una que sí me convenció: la católica. ¡Gloria a Dios que tuvo compasión de mí y me salvó de las terribles consecuencias de mi malsana soberbia!

Así pues, confío más en la gracia de Dios que en mi entendimiento humano y, por tanto, confiaré en que en algún momento, sea tarde o temprano, le llegará la hora de la gracia al señor Mayaute. Yo lo conozco y sé que es una excelente persona y un extraordinario padre. Estaré orando para que vuelva a la casa de la fe, a la Iglesia Católica, así como el hijo pródigo volvió a la casa de su padre (Lc 15:11-32). Y si a alguien le gustó este artículo mío o le fue de bendición mi breve testimonio (obviamente hay mucho más…) sólo le pido que ofrezca una oración por nosotros los católicos para que estemos fuertes en nuestra fe y también por los católicos que se han alejado de la Iglesia, para que Dios los vuelva a traer así como el buen pastor trajo de vuelta al redil a la ovejita rebelde que se había escapado y haya fiesta en el cielo (Lc 15:4-10). Amén.