Habiéndoseme requerido recientemente para una
entrevista periodística al respecto, veo conveniente fijar mi posición respondiendo
aquí las cuestiones que me han sido planteadas:
1. ¿Cree usted que el gobierno debe entrar en las universidades y, de
alguna manera, controlar esta idea que sustenta el movimiento? ¿Por qué?
No. Lo que al gobierno
le corresponde es dar una ley del negacionismo para evitar que con esa
estrategia de negar lo innegable (el terrorismo) grupos como el Movadef
sorprendan a jóvenes desinformados (o mal informados) y construyan una posición ideológica en base a la mentira. En Alemania,
por ejemplo, existen leyes que penalizan la negación del holocausto nazi. Y eso
no tiene porqué ser necesariamente contradictorio con el Estado de derecho ya
que si bien es cierto que, como dice el artículo 2 de nuestra Constitución, hay
libertad de opinión, también es cierto que hay cosas que no son opinables y ese
es justamente el caso con el hecho de
las matanzas terroristas. Además, no debe
olvidarse nunca, que, como bien dice el artículo 1 de la Constitución “la defensa de la persona
humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado”.
Sin embargo, y esto quiero decirlo muy claramente, no creo que el Estado deba hacer más que
eso. No se puede ni debe restringir la libertad de opinión en aquello que
es opinable. Si el Estado insiste en esto, aún habiendo dado la ley del
negacionismo, corre contraproducentemente el riesgo de ser denunciado por quien
pretende reprimir (en este caso el Movadef) ante los Tribunales Internacionales,
como es que en efecto viene sucediendo. Por otra parte, al Estado mismo le
conviene que en la universidad se promuevan y susciten los debates en torno a
estos temas pues, como bien decía el filósofo John Stuart Mill, “las opiniones falsas ceden gradualmente ante
el hecho y el argumento; pero para que
los hechos y los argumentos produzcan alguna impresión sobre la gente es
necesario que se les presente” (John Stuart Mill, Sobre la libertad, Ed. Aguilar, 1962, p. 36), lo cual no sucedería
si el propio Estado lo impide.
2. ¿Cree usted que Movadef está en las universidades? De ser la
respuesta sí, ¿porqué y cómo cree que haya entrado? De ser su respuesta no, ¿dónde
considera usted que el Movadef consigue seguidores?
Sí, claro que el Movadef está presente en las universidades. Y no sólo
en las (tan satanizadas) nacionales sino también en las particulares. Pero aquí
me parece importante hacer una precisión: el Movadef lo inician fuera del ámbito universitario los
remanentes ideológicos del senderismo (senderistas liberados, perdonados, no
capturados y otras especies), quienes aprovechan luego para difundirlo, incluso
dentro de las mismas universidades, la desinformación en que irresponsablemente
el propio Estado ha mantenido a las nuevas generaciones, como puede
flagrantemente evidenciarse en las currículas educacionales, lo cual en muy
pocos casos es subsanado por saludables iniciativas particulares (por ejemplo,
en el curso de Ética de la Universidad Agraria La Molina se están ocupando
ampliamente del tema, sin que ello sea siquiera mencionado por los medios de
comunicación o el Estado).
3. Las universidades son lugares de libertad de expresión y pensamiento.
¿Cree usted que debe ser censurado el Movadef en las universidades? ¿Por qué?
No. En las universidades, una vez promulgada la ley del negacionismo,
son las autoridades administrativas las responsables de su cumplimiento sin que
ello implique necesariamente que se deban restringir y menos eliminar los
espacios de opinión. No se puede “castrar” el debate ideológico. Una universidad “castrada” es una
universidad estéril pues, como decía el ya citado John Stuart Mill, “la
prohibición de todos los argumentos que no conducen a la pura ortodoxia no
perjudica sólo al espíritu de los disidentes (en este caso el Movadef) sino que
los que primeramente sufren sus resultados son los ortodoxos mismos (en este
caso la universidad), cuyo desarrollo
intelectual se agota y cuya razón llega a sentirse dominada por el temor a la
herejía” (John Stuart Mill, Sobre la
libertad, Ed. Aguilar, 1962, p. 49). Queremos
una universidad que piense, no una universidad que tenga miedo a pensar (que
es lo que sucedería si es que indiscriminada y verticalmente se impide,
restringe o enmarca el debate ideológico, social y político).
4. Actualmente vivimos una
lucha ideológica con este movimiento. ¿Cuál cree usted que es “la mejor arma”
que se tiene para enfrentarse al Movadef?
No, si en verdad se hubiera dado una lucha ideológica este movimiento no
habría podido avanzar en la medida en que ha estado haciendo. Y no es que la
lucha ideológica haya fracaso ¡simple y llanamente no se ha dado!
Ahora bien, con respecto a cuál sería la “mejor arma” para enfrentar al
Movadef yo identifico dos: 1) la jurídica,
es decir, la ley del negacionismo a ser aplicada a través de las autoridades
correspondientes, y 2) la ideológica,
es decir, el irrestricto debate
filosófico y político. En la coyuntura actual nada de ello viene dándose y, a
mi parecer, es necesario que ello sea subsanado tanto por el gobierno y
autoridades como por los partidos políticos y movimientos estudiantiles.
5. ¿Ha sido testigo de la actividad de este movimiento en las
universidades?
Dentro de mi actividad no he sido testigo de ello. Sin embargo, he
sabido que en un debate organizado en la Facultad de Ciencias Sociales “sorprendentemente”
se interrumpió el suministro eléctrico cuando el profesor Héctor Béjar debía
responder a los “ideólogos” del Movadef, lo cual lleva a suspicacia por ser una
estrategia ya conocida de este tipo de movimientos. Pero, claro, los medios de
comunicación no dijeron nada de esto: que se estaba combatiendo formalmente al
Movadef dentro de la misma facultad de
Ciencias Sociales. Así, pues, el Movadef está siendo también combatido en
las universidades nacionales y no se las debe estar satanizando gratuitamente
metiendo en el mismo saco de “terroristas” a todos los jóvenes de determinadas
universidades (o determinadas facultades). No somos terroristas. Es más,
queremos combatir frontalmente a grupos pro-terroristas como el Movadef. Pero
difícilmente lo podremos hacer si es que el Estado nos quita la libertad para
ello. En suma, lo que pedimos es libertad
para combatir a los enemigos de la libertad. Esperemos que nuestras autoridades
no se conviertan también en enemigos de la libertad…