En realidad los científicos no sólo han probado la no-eternidad de la
materia sino que incluso algunos van más allá, llegando a afirmar que existe
algo más allá de la materia. Confesaba Allan Sandage, reconocido astrónomo: “Fueron
mis conocimientos científicos los que me llevaron a concluir que el mundo
presenta complicaciones mucho mayores que las que logra esclarecer la ciencia.
Sólo puedo entender el misterio de la existencia recurriendo al elemento
sobrenatural”. Y es que la ciencia se limita a responder cómo funcionan
las cosas, pero no por qué ni para qué. Y es por ello que
agregaba: “Opino que es muy improbable que tanto orden y concierto en el
Universo surgiera del caos. Tiene que haber un principio del orden. Dios es
para mí un misterio, pero constituye la explicación del milagro de la
existencia, el por qué de las cosas”.
Como decía Lord Kelvin uno de los descubridores de la electricidad: “Mientras
más a fondo estudia uno la ciencia, más se aleja de cualquier concepto que se
aproxime al ateísmo”. Y en efecto, Albert Einstein, uno de los mayores
físicos y matemáticos de la historia, era creyente. Afirmaba que “el hombre
de ciencia debe ser profundamente religioso” y que “Dios está detrás de
cada puerta que abre la ciencia”. Y eso sólo por citar un ejemplo, porque
en realidad es enorme la multitud de científicos creyentes a lo largo de la
historia: “Aunque no hubiese otra prueba, simplemente con el pulgar me
convencería de la existencia de Dios” (Isaac Newton); “Me conmueve mucho
ver que la prueba a favor de la creación está tan claramente impresa en todo lo
que nos rodea: las rocas, el cielo, las ondas de radio y las leyes más
fundamentales de la física” (Jhon O´Keefe, científico de la NASA ), “El cosmos es un lugar
creado, a mi juicio, por la mano de Dios” (David Block, astrónomo y
matemático”); “en nuestro estudio de los objetos naturales estamos
analizando los pensamientos del Creador, familiarizándonos con sus ideas e
interpretando un sistema que le pertenece a Él, no a nosotros” (Louis
Agassiz, biólogo estadounidense y catedrático de Harvard).
Así pues, es falso ese conflicto que se plantea entre ciencia y
religión, la una necesita de la otra. Como decía nuevamente Einstein: “La
ciencia sin religión es coja, la religión sin ciencia es ciega”. En
realidad, tal como afirma Enrique Hernández, profesor de Física de la UNAM : “La brecha que
separa los distintos tipos de conocimiento (científico y religioso) es
artificial. El conocimiento acerca del Creador y el conocimiento de la creación
están íntimamente ligados”. Un dato anecdótico: George Lemaître además de
ser el primero en formular la teoría del Big Bang, era también sacerdote, y
decía: “Había dos vías para llegar a la verdad, decidí seguir ambas (...)
Nada en mi trabajo, nada de lo que aprendí en mis estudios científicos o
religiosos me hizo modificar este punto de vista. No tengo que superar ningún
conflicto. La ciencia no quebrantó mi fe y la religión nunca me llevó a
interrogarme sobre las conclusiones a las que llegaba por el método
científico”.
Como vemos, la misma ciencia nos lleva a la idea de algo más allá de la
materia: Dios. Y es justamente en Dios donde están todas las respuestas a las
preguntas que en verdad nos interesan y que son trascendentales para nuestra
vida. Como podrás darte cuenta a lo largo de este artículo no he citado la Biblia ni una sola vez (ya
que si lo hubiera hecho ni siquiera lo leerías y me lo tirarías por la cara),
sólo me he basado en la ciencia, la filosofía y el sentido común. Pero, a la
luz de toda esta evidencia, ¿no deberíamos pensar en la posibilidad de abrirnos
al misterio, a lo sobrenatural, a aquello “más allá de la materia”?, ¿no
deberíamos acaso acercarnos más a Dios y
conocerlo? Y, ¿qué mejor lugar para conocer a Dios que la Biblia ? Por ello te pido
que de una vez dejes de lado todos tus prejuicios sobre Dios y la religión y lo
busques con todo tu corazón. Termino este artículo dejándote con una frase de
Pascal: “No hay más que dos clases de personas a las que se puede llamar
razonables: aquellos que sirven a Dios con todo su corazón, porque lo conocen;
y aquellos que buscan a Dios con todo su corazón, porque no lo conocen”.