domingo, 25 de noviembre de 2012

POLÍTICA: Del Movadef y sus demonios


Habiéndoseme requerido recientemente para una entrevista periodística al respecto, veo conveniente fijar mi posición respondiendo aquí las cuestiones que me han sido planteadas:

1. ¿Cree usted que el gobierno debe entrar en las universidades y, de alguna manera, controlar esta idea que sustenta el movimiento? ¿Por qué?

No. Lo que al gobierno le corresponde es dar una ley del negacionismo para evitar que con esa estrategia de negar lo innegable (el terrorismo) grupos como el Movadef sorprendan a jóvenes desinformados (o mal informados) y construyan una posición ideológica en base a la mentira. En Alemania, por ejemplo, existen leyes que penalizan la negación del holocausto nazi. Y eso no tiene porqué ser necesariamente contradictorio con el Estado de derecho ya que si bien es cierto que, como dice el artículo 2 de nuestra Constitución, hay libertad de opinión, también es cierto que hay cosas que no son opinables y ese es justamente el caso con el hecho de las matanzas terroristas. Además, no debe olvidarse nunca, que, como bien dice el artículo 1 de la Constitución “la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”.

Sin embargo, y esto quiero decirlo muy claramente, no creo que el Estado deba hacer más que eso. No se puede ni debe restringir la libertad de opinión en aquello que es opinable. Si el Estado insiste en esto, aún habiendo dado la ley del negacionismo, corre contraproducentemente el riesgo de ser denunciado por quien pretende reprimir (en este caso el Movadef) ante los Tribunales Internacionales, como es que en efecto viene sucediendo. Por otra parte, al Estado mismo le conviene que en la universidad se promuevan y susciten los debates en torno a estos temas pues, como bien decía el filósofo John Stuart Mill, “las opiniones falsas ceden gradualmente ante el hecho y el argumento; pero para que los hechos y los argumentos produzcan alguna impresión sobre la gente es necesario que se les presente” (John Stuart Mill, Sobre la libertad, Ed. Aguilar, 1962, p. 36), lo cual no sucedería si el propio Estado lo impide.

2. ¿Cree usted que Movadef está en las universidades? De ser la respuesta sí, ¿porqué y cómo cree que haya entrado? De ser su respuesta no, ¿dónde considera usted que el Movadef consigue seguidores?

Sí, claro que el Movadef está presente en las universidades. Y no sólo en las (tan satanizadas) nacionales sino también en las particulares. Pero aquí me parece importante hacer una precisión: el Movadef lo inician fuera del ámbito universitario los remanentes ideológicos del senderismo (senderistas liberados, perdonados, no capturados y otras especies), quienes aprovechan luego para difundirlo, incluso dentro de las mismas universidades, la desinformación en que irresponsablemente el propio Estado ha mantenido a las nuevas generaciones, como puede flagrantemente evidenciarse en las currículas educacionales, lo cual en muy pocos casos es subsanado por saludables iniciativas particulares (por ejemplo, en el curso de Ética de la Universidad Agraria La Molina se están ocupando ampliamente del tema, sin que ello sea siquiera mencionado por los medios de comunicación o el Estado).

3. Las universidades son lugares de libertad de expresión y pensamiento. ¿Cree usted que debe ser censurado el Movadef en las universidades? ¿Por qué?

No. En las universidades, una vez promulgada la ley del negacionismo, son las autoridades administrativas las responsables de su cumplimiento sin que ello implique necesariamente que se deban restringir y menos eliminar los espacios de opinión. No se puede “castrar” el debate ideológico. Una universidad “castrada” es una universidad estéril pues, como decía el ya citado John Stuart Mill, “la prohibición de todos los argumentos que no conducen a la pura ortodoxia no perjudica sólo al espíritu de los disidentes (en este caso el Movadef) sino que los que primeramente sufren sus resulta­dos son los ortodoxos mismos (en este caso la universidad), cuyo desarrollo intelectual se agota y cuya razón llega a sentirse dominada por el temor a la herejía” (John Stuart Mill, Sobre la libertad, Ed. Aguilar, 1962, p. 49). Queremos una universidad que piense, no una universidad que tenga miedo a pensar (que es lo que sucedería si es que indiscriminada y verticalmente se impide, restringe o enmarca el debate ideológico, social y político).

4. Actualmente vivimos una lucha ideológica con este movimiento. ¿Cuál cree usted que es “la mejor arma” que se tiene para enfrentarse al Movadef?

No, si en verdad se hubiera dado una lucha ideológica este movimiento no habría podido avanzar en la medida en que ha estado haciendo. Y no es que la lucha ideológica haya fracaso ¡simple y llanamente no se ha dado!

Ahora bien, con respecto a cuál sería la “mejor arma” para enfrentar al Movadef yo identifico dos: 1) la jurídica, es decir, la ley del negacionismo a ser aplicada a través de las autoridades correspondientes, y 2) la ideológica, es decir, el irrestricto debate filosófico y político. En la coyuntura actual nada de ello viene dándose y, a mi parecer, es necesario que ello sea subsanado tanto por el gobierno y autoridades como por los partidos políticos y movimientos estudiantiles. 

5. ¿Ha sido testigo de la actividad de este movimiento en las universidades?

Dentro de mi actividad no he sido testigo de ello. Sin embargo, he sabido que en un debate organizado en la Facultad de Ciencias Sociales “sorprendentemente” se interrumpió el suministro eléctrico cuando el profesor Héctor Béjar debía responder a los “ideólogos” del Movadef, lo cual lleva a suspicacia por ser una estrategia ya conocida de este tipo de movimientos. Pero, claro, los medios de comunicación no dijeron nada de esto: que se estaba combatiendo formalmente al Movadef dentro de la misma facultad de Ciencias Sociales. Así, pues, el Movadef está siendo también combatido en las universidades nacionales y no se las debe estar satanizando gratuitamente metiendo en el mismo saco de “terroristas” a todos los jóvenes de determinadas universidades (o determinadas facultades). No somos terroristas. Es más, queremos combatir frontalmente a grupos pro-terroristas como el Movadef. Pero difícilmente lo podremos hacer si es que el Estado nos quita la libertad para ello. En suma, lo que pedimos es libertad para combatir a los enemigos de la libertad. Esperemos que nuestras autoridades no se conviertan también en enemigos de la libertad…

domingo, 4 de noviembre de 2012

ECONOMÍA: Debate sobre la globalización


Se publica para los lectores del blog el video del debate sobre la globalización organizado por el profesor encargado Dante A. Urbina entre los alumnos del curso de Economía Política Contemporánea (8avo ciclo) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú) el martes 23 de octubre del 2012.


Este es el link del video: http://youtu.be/utQnjZGwWwQ

Se adjuntan a continuación las cuestiones planteadas a los grupos debatientes, invitándose a los lectores a responderlas:

PREGUNTAS PARA EL GRUPO DE CRÍTICA A LA GLOBALIZACIÓN

. Imagina un salón de clases en el que el rango de calificaciones de los alumnos fluctúa entre 02 y 06. Se implementa entonces un nuevo sistema educativo con un nivel de exigencia incluso un poco mayor al del primero y el rango de notas pasa ahora a ser de 04 a 18. Asumiendo una distribución relativamente normal para los dos casos: ¿serías capaz de afirmar que este nuevo sistema educativo no ha llevado a un mejoramiento neto del salón? ¿Y no es acaso justamente eso lo que ha sucedido con la globalización con respecto al tema de la pobreza?

. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) una persona es pobre si gana menos de la mitad del salario promedio del país en el que vive. Es el concepto de pobreza relativa, y de acuerdo con esa medición la globalización ha contribuido a aumentar la pobreza. Sin embargo, de acuerdo con los cálculos del economista del Banco Mundial Surjit Bhalla la pobreza absoluta, es decir, la que experimentan aquellos que viven con menos de un dólar al día, ha caído de un nivel del 44% en 1980 a un 13% en el 2000 (Surjit Bhalla, Imagine There’s no Country, Institute for Internacional Economics, 2002). Dado eso, ¿no te parece que hay algo incoherente con una definición como la del PNUD que te dice que la pobreza está creciendo al mismo tiempo que todo el mundo se hace más rico?

. Según explicaba Henry Martyn en su libro Considerations upon the East-India Trade (1701) un aserradero era una innovación tecnológica de su tiempo que permitía que dos personas hagan un trabajo para el que, sin él, habrían hecho falta treinta personas. Uno bien podía rehusarse a usar el aserradero y seguir empleando treinta personas, pero ¿no sería un desperdicio de recursos emplear a veintiocho personas más de las necesarias? Entonces, dado ese contexto, ¿te hubieras opuesto tú a la implementación del aserradero? o, para ponerlo en un contexto general, ¿te opondrías al cambio tecnológico? Pero, ¿no es acaso prácticamente lo mismo lo que hacen los antiglobalización cuando se oponen al libre comercio aduciendo que el abrir las fronteras destruiría muchos empleos? ¿No sería acaso un desperdicio emplear determinada cantidad de trabajadores en un país si es que los mismos productos que fabrican pueden obtenerse (tanto en términos de cantidad como de calidad) en otro país poniendo a trabajar menos gente?

. Los antiglobalización acostumbran aducir, sobretodo en referencia al fenómeno cultural, que la globalización es mala porque atenta contra ciertas características de la naturaleza humana. Sin embargo, se olvidan que una de esas características fundamentales es, como ya había señalado Adam Smith, “la propensión a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra” (Adam Smith, Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Londres, 1776, Libr. I, cap. II). Dado eso, querer limitar el libre comercio, es decir, el conjunto de transacciones voluntarias entre individuos ¿no sería también atentar contra la naturaleza humana misma?

. Como ha observado Thomas Friedman (Ignacio Ramonet vs. Thomas Friedman, “La globalización: pros, contras, aplausos, críticas”, Envío, nº 218, mayo de 2000) nunca dos países que tuvieran un McDonald´s han hecho una guerra el uno contra el otro (la única excepción podría ser, tal vez, la guerra de Kosovo). Por otra parte, de acuerdo con lo que plantea Samuel Huntington en su obra El choque de civilizaciones los conflictos del futuro estarán principalmente determinados por divergencias religioso-culturales, siendo que “el Islam tiene fronteras sangrientas” (Samuel P. Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Ed. Paidós, Barcelona, 1997, p. 308). En ese contexto, ¿una cierta homogenización cultural (incluso si es primordialmente occidental) es siempre y necesariamente mala? ¿no podría contribuir acaso a crear un mundo menos conflictivo?

. En referencia al fenómeno comunicacional los antiglobalistas suelen sostener que la globalización no es más que un proceso de “(norte)americanización” porque termina imponiendo un patrón de cultura norteamericana (u occidental) en todo el mundo. Si eso es así ¿cómo se explica el tremendo éxito y/o popularidad de animes japoneses tales como Pokemón y Dragon Ball, la industria cinematográfica india “Bollywood”, la comida tailandesa, la espiritualidad budista y las muchas otras contribuciones de culturas que no son la estadounidense? ¿No sería acaso más razonable aceptar que la globalización se constituye como el mejor entorno para propiciar el enriquecimiento cultural de toda la humanidad?

PREGUNTAS PARA EL GRUPO DE APOYO A LA GLOBALIZACIÓN

. Si tuvieras que defender el capitalismo en lugar de la globalización ¿cuál de estos dos métodos te parecería más coherente: el de hacerlo por medio de los modelos matemáticos como el competencia perfecta o equilibrio general que abstraen concretas referidas a la información, el riesgo, la incertidumbre, las externalidades y el poder de mercado, o el de hacerlo por medio del análisis de las bondades concretas del capitalismo a lo largo de su desarrollo histórico? Entonces, ¿por qué en la mayor parte de su argumentación han defendido a la globalización casi en un “vacío geopolítico” como si no hubieran relaciones de poder específicas? ¿por qué han abstraído todos los elementos que configuran la forma específica que ha tomado la globalización a lo largo de su reciente desarrollo, dejando de lado el papel (no siempre positivo, por decirlo suavemente) del FMI, el Banco Mundial, la hegemonía político-militar estadounidense y las negociaciones políticas asimétricas de los tratados multi y bilaterales, por mencionar sólo algunos aspectos? Al cabo ¿están defendiendo lo que la globalización es o lo que podría llegar a ser, con lo cual ya no serían “proglobalistas” sino más bien “altermundistas”? ¿No estarían cometiendo una falacia de la disociación entonces? Y, en todo caso, si eligen ser “altermundistas” ¿aceptarían que algunas de las críticas del otro lado sí son sumamente atendibles y pertinentes?

. ¿No te parece que uno de los efectos casi necesarios de la globalización, al interconectar las diferentes economías nacionales por medio de la libre movilidad del capital, es el aumentar la inestabilidad total del sistema sobretodo en términos de recurrencia, transmisión y contagio de crisis financieras? ¿No son claro ejemplo de ello las numerosas crisis económico-financieras locales con impacto global que se han dado recientemente como las de México en 1994 (efecto Tequila), Asia en 1997 (efecto Dragón), Rusia en 1998 (efecto Vodka), Brasil en 1999 (efecto Samba) y Argentina en el 2001 (2001), por no mencionar la actual, desencadenada básicamente en los Estados Unidos y Europa pero que está afectando a todo el mundo?

. Bueno, ya que nos hemos referido a la actual crisis financiera originada básicamente –como ya acabamos de decir- en Estados Unidos y Europa nos encontramos con que ésta también ha afectado muy duramente a varios de los países más pobres de África (aunque, claro, eso no nos lo cuentan muy seguido nuestro medios de comunicación “globalizados” y “postmodernos”) que, evidentemente, no tuvieron nada que ver con el colapso del sistema financiero. ¿Es eso justo? ¿No es éste acaso uno de los aspectos sustancialmente negativos de la globalización?

. Se podrá objetar que, de todas maneras, los países africanos están mejor con la globalización que sin ella porque “la globalización ha ayudado a reducir la pobreza”. Pero en particular eso no parecer ser cierto para África pues, como reporta Adam Parsons (Adam Parsons, “El final del crecimiento económico”, www.economiasur.com, 27 de abril de 2007), “África Subsahariana ahora cuenta con el 30% de la pobreza extrema del mundo, comparado con el 19% en 1990, y tan solo el 11% en 1981”, es decir, ¡una diferencia geométrica de casi 300% en solo tres décadas (décadas que -¡oh coincidencia!- son las que se corresponden con el auge del proceso globalizador). La clásica respuesta de los proglobalización es que ello se da justamente porque el continente africano casi no se ha insertado en la globalización. Sin embargo, hay varios hechos y datos que contradicen dicha observación. Por ejemplo, gran parte del territorio agrícola África, por obra y gracia de las grandes multinacionales, se está destinando para la producción con fines de agroexportación a los mercados externos. Es decir, hay una dinámica de libre movilidad del capital y libre comercio. ¿La consecuencia? Que se ha desatendido terriblemente la demanda interna de modo tal que en la actualidad este continente tiene que importar el 25% de los alimentos que consume ¡en un contexto donde aún así las muertes por hambre son algo corriente! (Cfr. Miguel Giribets, El saqueo de África: algunas claves para entender lo que pasa, www.rebelion.org, marzo de 2011).

. “Sí, pero el problema no es la globalización sino la ausencia de instituciones sólidas en ese continente”, se dirá. Claro. ¿Pero no es acaso la dinámica de la globalización misma, al debilitar el poder de los Estados, la que impide o hace extremadamente difícil el surgimiento de dichas instituciones? ¿O qué pasaría con un presidente africano de un país muy rico en recursos que le diga a las multinacionales “Miren, está bien, puede invertir. Pero no les voy a permitir usar toda la tierra para sus fines de rentabilidad agroexportadora, primero voy a procurar que se le de de comer a mi gente”? ¿No sucedería acaso que los capitales se irían inmediatamente y lo dejarían atado de manos frente a cualquier iniciativa que quisiera tomar (y eso por no mencionar el caso de un “golpe de Estado”)?

. Considerando únicamente tu bienestar individual en términos de riqueza y consumo y asumiendo que una persona es rica si se encuentra entre el primer 10% de distribución de ingresos de su país y es pobre si se encuentra en el último 10%: ¿preferirías ser rico en un país pobre o pobre en un país rico? Para ponértelo más gráficamente ¿preferirías ser un rico de Perú o un pobre de Estados Unidos? ¿Qué rico en un país pobre? Incorrecto. Cuando ampliamos las cifras para incluir la totalidad del 10% más rico de un país pobre típico, en realidad se desciende a niveles de ingresos que son menores a los de la mayoría de personas pobres en países ricos (Cfr. Dani Rodrik, La paradoja de la globalización, Ed. Antoni Bosch, Barcelona, 2011, p. 156). ¿No te parece curioso eso? ¿Acaso no es una clara evidencia de que algo fundamental de la economía global de nuestros días es generar disparidades de ingresos que son mucho mayores entre naciones que dentro de cada nación? ¿Y no estaría eso relacionado con los modos específicos de inserción de los países en el “libre comercio” tal como ha argumentado Javier Iguínitz?

. La globalización comunicacional ¿realmente está contribuyendo al enriquecimiento cultural de la humanidad? ¿no está acaso contribuyendo a crear una “civilización del espectáculo” como de la que nos habla nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa (Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, Ed. Alfaguara, Lima, 2012), una “civilización” en la que la cultura está prácticamente “vaciada de su contenido” siendo que sólo tiene derecho a ser cultura en cuanto también sea espectáculo? ¿No es nuestra “marca Perú”, por ejemplo, una clara muestra de ello?