Adaptación del texto publicado por JUNIOR NICANOR MAMANI ROBLES (https://www.facebook.com/junior.poe.1/posts/314728778684257),
de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima-Perú), Decana de América.
(Una muestra de cómo la economía hereje va calando entre los nuevos economistas...)
Erase una vez en el jardín de San Marcos
que una linda estudiante recién ingresada a Economía llamada Eva paseaba muy feliz observando
con sus grandes ojos. De pronto se encontró con el árbol de los
mercantilistas (en un cartelito decía: “Si coméis de este árbol podrás trabajar
en el Ministerio de Energía y Minas”). “¡Wao!”, se dijo Eva.
Eva prosiguió su paseo y se encontró con el árbol
de los fisiócratas (en un cartelito decía: “Si coméis de este árbol podrás
trabajar en el Ministerio de Agricultura”). En ese momento Eva pensó: “Este
fruto se ve delicioso pero quizás hay un más sabroso”, y prosiguió su paseo.
Se encontró entonces con el árbol de los
socialistas. Este árbol tenía algo en particular (en su cartelito decía: “Si
coméis de este árbol podrás escoger entre 5 puestos de trabajo: Ministro de
Economía en Cuba, en Venezuela, en Rusia, en China o también te puedes ir a la…
oye!… a la Antártida también te puedes ir si deseas). Eva decidió postergar su
decisión de comer o no de ese árbol. Pero entonces Eva se percato de algo
extraño: ese árbol compartía la raíz con otro. En la rama intermedia decía: “Aquí
yace el árbol de los clásicos”. Y al otro lado crecía otro árbol, que a
diferencia de los demás tenía muy poco frutos, pero también tenía un cartelito
que decía: “He aquí el árbol que estabas buscando, he aquí el árbol que va a
satisfacer tu hambre de conocimiento, si coméis de este árbol podrás trabajar
en donde quieras”.
Eva estaba muy segura de que quería comer de este
árbol, pero antes quería ver qué era de ese árbol que estaba en el centro que a
diferencia de los demás que tenían un tronco muy grueso, tenía un tronco
delgado y muy largo, aunque, eso sí, era muy frondoso. Tenía un cartelito que
decía: “Está prohibido comer de este árbol, si lo hicieres no tendrás trabajo
en ninguna parte… Atentamente: Los neoclásicos ‘ortodoxos’”.
Eva estaba conmocionada, un tanto asustada. Decidió
dar media vuelta y regresó al árbol de los neoclásicos; pero escuchó un ligero
silbido y volteó a ver de qué se trataba. Frente a ella estaba, pues, una
serpiente. Eva por supuesto le preguntó: “¿Y tú quien eres?” A lo que la
serpiente le contestó: “Soy la serpiente”. Eva replicó: “Ya sé, ¿pero cuál es
tu nombre?” Entonces la serpiente le dijo en voz baja: “Eso no te lo puedo
decir”. Eva se molestó y le dijo: “¿Por qué?” La serpiente le respondió: “Es
que la persona que escribió esto no me puso nombre”. Eva le dijo entonces: “Bueno,
¿pero qué es lo quieres?” Entonces la serpiente le dijo: “Te invito a probar
del árbol de Dante Abelardo Urbina Padilla”. “¿Pero qué dices serpiente? Allí dice que si como de ese árbol no tendré trabajo”, explicó Eva. “Eso es una mentira
-replicó la serpiente- si comes de este árbol podrás ver la realidad como
verdaderamente es, la diferencia en la cantidad de conocimientos que adquieras
comiendo de este árbol con respecto al árbol de los neoclásico será enorme. Y
eso sin mencionar su calidad, por supuesto. Además, Eva, ¿sabías que en el año
1929 los que consumieron del fruto del árbol de los neoclásicos perdieron su
trabajo?”. Eva sorprendida dijo: “¿De verdad? No puede ser…”. “Sí, Eva -prosiguió
la serpiente- y nada te asegura que esta vez no pase lo mismo. Pero yo te
recomiendo consumir de los dos, para que tu conocimiento sea completo”. “Está
bien”, dijo Eva. Y cogió el fruto en su manos, lo acercó a su boca, lo probó y
entonces…
¿Quieren saber qué sintió Eva? Pues entonces les invito
a probar de esta manzana llamada Dante Urbina, les aseguro que no se van a
arrepentir: http://youtu.be/qp20kTMsjys
Se
adjuntan a continuación las imágenes que el Sr. Junior Mamani compartió junto
con la publicación: